lunes, 8 de febrero de 2010

Philippe Starck "Marca registrada"


"¿Quieres hablar de diseño? Yo lo detesto. Ya existen millones de sillas confortables, ¿es que hacen falta otras nuevas? La urgencia de nuestro tiempo no es crear el coche más bonito, sino intentar que no desaparezca una especie en extinción: el amor", sostiene el genio del materialismo contemporáneo ¡qué contradicción!

En los últimos 30 años, Philippe Starck se convirtió en el símbolo del diseño: cepillos de dientes, sillas, radios, motocicletas, museos y edificios de oficinas... cualquier objeto merece creatividad. Sólo una premisa condiciona su diversidad: jamás diseñará nada relacionado con el alcohol, el tabaco, las armas o la religión. Su filosofía de vida parece contradecirse con su quehacer: si bien el crear objetos materiales lo hace internacionalmente conocido, él "celebra el amor como único producto esencial para la vida". Es además, ecologista y vegetariano.

Famoso también por su estrafalaria indumentaria, seduce por su transgresión y espontaneidad, locura y calidez.


Un paradójico "enfant terrible"

Nació en París, en 1949 y pasó su infancia armando y desarmando motores, bicicletas y cuanto tuviera a su alcance, influenciado por su padre, diseñador de aviones. Desde muy chico despertó su capacidad creativa, que volcó en el diseño industrial, el mobiliario, arquitectura e interiorismo.

Desde Francia a Singapur, es un diseñador sin fronteras. Ha trabajado en todo el mundo, París, Tokio, Madrid, Milán, Kuala Lumpur y hasta en Buenos Aires comparte el proyecto de un hotel con Alan Faena.

Con la transgresión e irreverencia que caracteriza toda su obra, hace que allí donde debe primar la funcionalidad, la imagen sea la protagonista.

El "niño terrible del diseño contemporáneo", como le llaman los franceses, es un verdadero entusiasta del progreso. Su gusto por la tecnología, su deseo de transformar todo cuanto tiene a su alcance, lo convierten casi en una leyenda entre los diseñadores más famosos del mundo.

Habiendo sido director artístico de Pierre Cardin a los 20 años, vive luego en Estados Unidos y si bien se inicia como creador de productos enseguida comienza a incursionar en diseño de interiores y arquitectura. Funda en 1979 su propia empresa, Starck Products, y en 1982 da el salto a la fama: François Mitterrand le encarga la decoración de los apartamentos privados del Elíseo, en el que se deja influenciar por las artes decorativas francesas.

Los objetos de su creación son muy orgánicos, en general ligeros en sus líneas, económicos en materiales y energía. Sostiene que aun allí donde la funcionalidad debería primar, no es necesario seguir los planteamientos habituales y se puede utilizar el ingenio para ganar en belleza. Nunca recurre a los cánones estéticos considerados políticamente correctos.

El aluminio, los materiales plásticos y reciclados le permiten dar forma a sus invenciones. Aparatos de radio y objetos domésticos de formas esféricas y ovoides revolucionan el mercado.


Arquitectura e interiorismo

En 1984 ambienta el Café Costes de París, y a partir de allí, comienzan a sucederse los trabajos y a facturar cifras millonarias.

Aplicó en arquitectura los mismos principios que para sus productos, pero claro está, en otra escala.

Japón fue la principal sede de sus edificios, a finales de los '80. Diseña el edificio de oficinas Nani-Nani (Tokio, 1989) -posee una cubierta de cobre poco convencional inspirada en la sección transversal de un pez- y el edificio La Flamme.

En el restaurante Teatriz de Madrid (1990), se destaca una gran barra de alabastro -ese material que conocimos por las tulipas de las viejas arañas- iluminada por dentro. Explota de cada material el máximo de sus cualidades. Luego, se sucedieron los hoteles Royalton (Nueva York, 1988) y Paramount (Nueva York, 1990), y el Delano Hotel de Miami Beach.

Los hoteles son su especialidad en el rubro arquitectura, aliado con el empresario neoyorquino Ian Schrager han hecho ocho hoteles, entre los que se destacan el St. Martins Lane (1999) y el Sanderson, ambos en el centro de Londres. El St. Martins Lane muestra una arquitectura moderna; se percibe como caja que alberga un gran eclecticismo en cuanto a muebles, colores y objetos decorativos.

Realizó pequeñas pero muy relevantes intervenciones en el Sorat Art'Otel, de Berlín y en Nueva York, el Morgans. Sus obras han ido evolucionando hacia un humanismo extremo y un profundo respeto por la naturaleza.

Actualmente Starck está abocado al diseño del hotel Miramar en Santa Bárbara, California.

Philippe Starck ha transformado todo lo imaginable (sillas, ropa, televisores, motos, zapatos, griferías, cepillo de dientes, un exprimidor para la firma italiana Alessi e, incluso, una escobilla para el inodoro) y ha traspasado la frontera de lo posible: uno de sus últimos diseños es un reloj subcutáneo. Pero la pregunta no se demora en llegar: ¿quién va a querer llevar un diseño del genio debajo de la piel y resistir la tentación de ostentarlo?

1 comentario:

Philippe Starck dijo...

me encantan los diseños de Philippe Starck, realmente hace maravillas. Buen post!