martes, 10 de abril de 2012

Pazo Dos Deportes de Arteixo




En una parcela de forma regular y llana, con un río en sus límites, se levanta el polideportivo de Arteixo. Al Norte limita con la piscina municipal; al Sur queda delimitada con otra parcela perteneciente al mismo Plan Parcial. En dirección Oeste se sitúa el vial conocido como Travesía dos colexios, siendo este el que sirve de acceso al polideportivo. Finalmente el río pone los límites al Este.
A primera vista la imagen de Arteixo se presenta como las cosas definidas con nitidez y que desmienten algunos lugares comunes sobre uno. Arquitecturas rápidas que aún así aguantan el paso del tiempo.

El encargo de un edifico singular en la trama urbana consolidada, la configuración del emplazamiento, los límites en el ámbito de actuación y las características propias de un proyecto, cuyo uso conforma ya su propia disposición en planta, nos lleva a una formalización regular sin grandes estridencias para facilitar su funcionamiento.

Los polideportivos tienen una dimensión urbana relativamente agresiva debido a su escala. Se plantea un área de apoyo que arrope a la pista principal para establecer así la correcta escala en el entorno.
Por otra parte este tipo de instalaciones normalmente son oscuras, por eso se opta por una estructura de vigas cajón en sentido longitudinal a la pista, de tal forma que recibe la luz Norte, óptima para el juego y la luz Sur matizada a través de policarbonatos traslúcidos en dichas vigas cajón.

En otro orden de cosas y siguiendo el camino iniciado hace tiempo, el polideportivo de Arteixo se plantea como un arco iris, valga la metáfora para explicar su resultado final: el arco iris que nos asombra, que aparece y nos deslumbra con su presencia y que a nadie deja indiferente.

Por todo ello el material que se utiliza para la fachada es el U-glass superpuesto a los paneles de madera pintados de colores.
Las Arquitecturas siempre pensadas para el usuario, único camino posible para su formalización, su uso más público que doméstico y por qué no, las ilusiones siempre intrínsecas al camino trazado hace tiempo, hacen que la obra se tiña de todos los colores.

Este es el proyecto más personal porque quiere presentar una ilusión: es como un sueño y mi viaje.

El edificio se levanta sobre un zócalo de hormigón que potencia las ya de por sí livianas fachadas; el cerramiento de color a través del U-glass que lo envuelve permite que sea visible de día de manera difuminada y por la noche a través de unos proyectores que indican a la población cuando hay eventos importantes dentro del polideportivo, estableciendo más allá de su propio uso una relación directa con el entorno urbano donde se asienta.

Se plantea un patio en sentido longitudinal con la intención de que la vegetación pueda introducirse en el edificio.
Toman especial relevancia las terrazas a las que se puede acceder también desde el exterior. Estas aumentan la capacidad del polideportivo porque desde ellas también se puede ver el área de juego a la vez que son un balcón al exterior desde donde se vislumbra Arteixo.

La estructura de la zona de servicios es de hormigón, los forjados de losas prefabricadas y el cerramiento, un muro también de hormigón con trasdosado de cartón yeso y aislamiento. La estructura se resuelve con cerchas paralelas sobre pilares de acero HEB-300. La estructura metálica pone de manifiesto aún más el carácter intrínseco de la obra supeditada en este caso a un universo donde el color ha llenado todo el espacio.